“El hecho de que se trate de una infraestructura de titularidad y gestión autonómicas nos dota de gran capacidad de decisión y nos permite llegar allí donde no lo hacen los aeropuertos convencionales. En este sentido, el aeropuerto de Castellón quiere ser un espacio de oportunidad y de acogida de proyectos”, admitió Marín.
La estrategia de diversificación contempla también la colaboración con una empresa de desmantelamiento de aviones, “un claro ejemplo de economía circular”, subrayó la ponente. Además, según anunció, a lo largo de 2023 darán comienzo las obras de urbanización del futuro parque tecnológico aeroespacial del aeropuerto de Castellón. Esta actuación abarca un millón de metros cuadrados y contempla una inversión de más de 100 millones de euros, explicó la directora general.
Marín destacó el compromiso por la formación y por ello, la Generalitat Valenciana ha puesto en marcha en el aeropuerto de Castellón varios ciclos de FP vinculados a la rama aeronáutica, que permitirán atender las necesidades de mano de obra de las empresas asentadas allí mismo.
El reto climático plantea un escenario de oportunidades para los sectores aeronáutico y aeroespacial, ligado a actividades de alto valor añadido y generadoras de empleo cualificado, estable y de calidad. “En este sentido -indicó Marín-, el aeropuerto de Castellón quiere situarse en la vanguardia en cuanto a la progresiva incorporación de combustibles sostenibles (SAF) en la aviación. También ser parte activa en proyectos de innovación e investigación para el desarrollo del avión eléctrico y abrir vías de colaboración con empresas relacionadas con el uso del hidrógeno como vector energético del futuro”.
No menos ambiciosa es la idea de crear en el aeropuerto castellonense un centro de incubación de empresas de la Agencia Espacial Europea (ESA-BIC). Esta iniciativa cuenta con la complicidad de los agentes profesionales y empresariales de la región valenciana.