Háblenos un poco de la historia de la asociación y el momento en el que se encuentra.
ASIME nació en 1977 como asociación empresarial sectorial para empresas vinculadas a la industria siderometalúrgica y hoy en día engloba a más de 600 empresas de diferentes tamaños y actividades, que trabajan en los ámbitos de automoción, metalmecánica y transporte, naval, marítima, energías marinas, estructuras metálicas y aeronáutica.
Como asociación sectorial, nuestro trabajo fundamental ha sido siempre la defensa de los intereses comunes de las empresas asociadas, a través de múltiples actividades relacionadas con la seguridad y salud laboral, asesoramiento jurídico, calidad y medio ambiente, promoción del comercio exterior, formación, orientación y empleo, tecnologías de la información y comunicaciones, entre otras.
En la actualidad, ASIME se encuentra en un momento de retos y oportunidades único por diversos motivos. En primer lugar, porque el sector se enfrenta a cambios acelerados y sin precedentes motivados por la transición energética y digital. Por ello, hemos apostado por el impulso de iniciativas colaborativas y dinamizadoras como el Digital Innovation Hub INFAB HUB o el Galician Offshore Energy Group. También en ese sentido, ASIME se ha posicionado como actor dinamizador para que nuestras empresas aprovechen la oportunidad de modernización y preparación para las próximas décadas que brindan los fondos europeos Next Generation EU.
Y, en segundo lugar, porque gracias a que contamos con una sólida estructura de excelentes profesionales, podemos ampliar nuestro abanico de actividades y servicios para las empresas asociadas, asumiendo proyectos que creemos aportarán valor de futuro para el sector. Como ejemplos, podemos citar la organización de la feria MindTech, que está suponiendo un antes y un después en el sector del metal en el polo ibérico de Galicia y norte de Portugal, el impulso del Consorcio Aeronáutico Gallego, o la creación del Instituto de Desarrollo Industrial para formación de nuestros directivos, entre otras muchas.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la industria del metal gallega?
Los retos son muchos y de diversa índole, pero si tuviese que resumirlos en una palabra ésta sería la sostenibilidad. En primer lugar, desde el punto de vista estratégico, porque el sector necesitará cada vez más contar con aquellas tecnologías asociadas que deben combinarse con la actividad tradicional, orientándose no solamente en la fabricación de productos metálicos sino también buscando la combinación de éstos con las nuevas tecnologías. Hablamos, por ejemplo, de mecatrónica, de robótica y, en general, de aquellos subsectores que aportan un plus de valor añadido.
Otro de los grandes retos es el de incorporar tecnologías relacionadas con la industria 4.0. La evolución tecnológica de los procesos y la incorporación de nuevas herramientas está cambiando muchos paradigmas de fabricación tradicional y, en muchos casos, si las empresas no evolucionan ahora la sostenibilidad en el futuro podría estar comprometida. En el ámbito más coyuntural y operativo, uno de los retos será trabajar en la mejora de la competitividad vía costes, pues estamos viendo que la obtención de materia prima y energía a precios razonables son y probablemente serán un potencial cuello de botella para muchas de nuestras industrias.
¿En qué provincias tienen más peso y qué otros territorios de la Comunidad tienen potencial para contar con polos industriales de su sector?
Las provincias con más peso en el sector dentro del territorio gallego son las que conforman la franja atlántica, La Coruña y Pontevedra, que concentran el 80% del sector industrial en nuestra comunidad. Tradicionalmente actividades como la construcción naval o la automoción han tenido mucho peso y han contribuido al desarrollo de industrias auxiliares muy relevantes.
Sin embargo, existen otras zonas potenciales en Lugo, como el Polígono de Rozas con actividad de UAVs, o en Orense, con fabricación de componentes aeronáuticos y de automoción, que están preparadas para ejercer de polos tractores, y están cada vez mejor conectadas con otras cuidades de Galicia y del resto de España. Deberíamos aprovechar estas potencialidades para ampliar la actividad industrial también en estas zonas de interior.
¿Cuáles son las principales demandas a las Administraciones Públicas en materia de ayudas, comunicaciones…?
Debemos reclamar políticas industriales activas y estables, de largo plazo. Más que ayudas directas, en mi opinión las Administraciones Públicas deben centrar sus esfuerzos en generar las condiciones para atraer más inversión productiva y para que la industria ya implantada pueda competir en condiciones de eficiencia en los mercados, especialmente en los internacionales. Factores como el acceso al suelo industrial asequible, la vertebración de infraestructuras o la generación de un marco laboral estable y orientado hacia la productividad son parte esencial de la fórmula de la competitividad.
También estamos viendo en el escenario actual que algunas decisiones de las pasadas décadas nos están pasando factura hoy en día en forma de dificultad de acceso a las materias primas y a la energía. Creo que lo que está sucediendo nos debe hacer reflexionar sobre las políticas de futuro y la necesidad de potenciar la industria como pilar económico con mayor solidez y generadora de empleo más estable y cualificado. De lo contrario, a menudo las dificultades que las empresas encuentran en estos aspectos pueden desincentivar posibles proyectos de nueva inversión o de reinversión de las empresas ya asentadas, y creo que eso es algo que no nos podemos permitir.
Entre sus actividades están dedicando muchos encuentros en materia de transformación digital, ¿cómo está afrontando este cambio la pyme industrial gallega?
Como decía, creo que somos muy conscientes de que es un salto que debemos dar si queremos ser competitivos en las próximas décadas. Las pymes gallegas están dando pasos muy importantes y acelerados para implantar sistemas de gestión y producción orientados hacia la industria 4.0 porque se están dando cuenta de que esas inversiones son cada vez más asumibles y, además, se amortizan mucho más rápido de lo que podría parecer.
También hay un factor importante de competencia interna, porque las empresas que no avanzan en su transformación digital ven cada vez más claro cómo sus competidores van por delante gracias a estas tecnologías. Y para cerrar el círculo, los clientes están valorando cada vez más esta apuesta, que genera valor en términos de calidad, control y eficiencia.
Debido a los últimos acontecimientos, ¿siguen confiando en el que 2022 sea el año de la recuperación?
Obviamente, los acontecimientos están haciendo que todos los días tengamos que actualizar nuestras previsiones. Estamos en una tormenta perfecta, donde a la escasez de materia prima se une un proceso inflacionista sin precedente en las últimas décadas, un problema de coste energético difícil de solucionar y finalmente un conflicto bélico con consecuencias inmediatas que afectan mucho a la viabilidad de proyectos y empresas, y especialmente al sector del metal. Las empresas están revisando sus planes día a día, por lo que obviamente será difícil que se cumplan los pronósticos que teníamos hace unos meses, pero, en función de cómo evolucionen los acontecimientos, todavía confiamos en cerrar un año en positivo.
¿En qué consiste el supercluster de eólica marina y qué oportunidades se generan en torno a este proyecto?
Es una alianza entre tres de los principales clústeres industriales vinculados a eólica offshore del norte de España: Sea Of Innovation Cantabria Cluster (SICC), Galician Offshore Energy Group (GOE-ASIME) y Consorcio Tecnológico de la Energía de Asturias (AINER), y su objetivo es desarrollar una estrategia compartida que posicione al norte de España como un referente internacional de la energía eólica offshore, tanto en el desarrollo de proyectos de demostración y en el impulso comercial de esta alternativa energética, como en la consolidación de una cadena de valor propia con proyección internacional.
La alianza persigue diferentes objetivos, diría que en tres ámbitos diferentes. Por un lado, desde la perspectiva colaborativa, se busca establecer y favorecer el trabajo conjunto y coordinado de los agentes del sector que forman parte de las diferentes asociaciones que componen el SAW. En segundo lugar, a nivel institucional, busca impulsar una comunicación y colaboración fluida con el Gobierno Central y con otros niveles de Administración Pública involucrados, tanto de carácter regional como a europeo e internacional, para facilitar el desarrollo de la eólica marina en la costa noratlántica de la península.
Y, finalmente, desde una perspectiva industrial, se busca por un lado posicionar a la cadena de valor del norte de España como un referente internacional para aportar soluciones tecnológicas en el campo de la eólica offshore y, por otro, coordinar conjuntamente la puesta en marcha de programas específicos formativos, dando respuesta a las necesidades reales demandada por esta industria en nuestro país.
¿Cómo afrontan desde ASIME los retos asociados a la necesidad de nuevos profesionales cualificados?
Hace tiempo que desde ASIME venimos detectando y haciendo visible la falta de profesionales cualificados en nuestro sector. Para las empresas, tener una cartera de pedidos relevante y no poder ejecutarlos en tiempo y forma puede llegar a suponer la pérdida de oportunidades y, desde una perspectiva social, no nos podemos permitir el lujo de perder oportunidades de generar empleos estables y cualificados. Esto es más relevante en la actualidad dado que estamos ante un momento clave para reimpulsar la actividad económica y se necesita más empleo que nunca.
Conscientes de ello, desde ASIME tratamos de impulsar al máximo herramientas de colaboración con las Administraciones Públicas como los Programas Integrado de Empleo. Gracias a estos, durante los últimos años hemos canalizado prácticas formativas en empresas del sector con un éxito notable, para fomentar profesiones con alta demanda en la industria en especialidades como soldadura, trabajos de almacén o auxiliares de comercio. Esto ha posibilitado que empresas del sector hayan acogido a alumnos y alumnas en prácticas y a su vez contribuir a la especialización de los alumnos para proporcionarles la oportunidad de enfrentarse a desafíos reales y ayudarles en el futuro desarrollo de sus carreras profesionales.